Tras una larga espera por el temporal que azotó Córdoba, el partido entre River e Independiente Rivadavia por las semifinales de la Copa Argentina finalmente se reanudó en el estadio Mario Alberto Kempes. Después de 50 minutos de demora para reacondicionar el campo de juego, los equipos volvieron al terreno, aunque el césped seguía visiblemente anegado y el viento se hacía sentir en la noche cordobesa.
Durante el entretiempo, un diluvio torrencial había transformado el campo en un pantano. Los auxiliares trabajaron contrarreloj con escobas y bombas de agua para drenar el exceso acumulado en las áreas, mientras los jugadores permanecían en los vestuarios esperando la decisión final. La lluvia cesó, pero el terreno tardó varios minutos en absorber el agua.
El árbitro Andrés Gariano, junto con sus asistentes, recorrió el césped en más de una ocasión hasta confirmar que las condiciones eran aceptables para continuar. En diálogo con TyC Sports explicó que el campo aún tenía sectores complicados, pero que se podía jugar con precaución. La reanudación llegó entre aplausos de los hinchas, que resistieron bajo la lluvia y el viento para ver el cierre de un duelo clave.
El reinicio trajo consigo un ritmo distinto. Sin la intensidad del primer tiempo, los protagonistas se adaptaron a un campo pesado, que dificultaba los pases rasantes y los piques largos. Aun así, River intentó imponer su juego ante una Lepra mendocina que aprovechó cada contragolpe para generar peligro.
Un reinicio bajo condiciones extremas
Con la pelota rodando nuevamente, la semifinal recuperó emoción en medio de un clima adverso. El viento cruzado complicó los despejes y los centros, pero el espectáculo continuó ante la expectativa de los hinchas. Pese al barro y los charcos, el fútbol volvió al Kempes: la tormenta dio tregua y la acción siguió, con el pase a la final todavía en juego.